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Montessori combatible con la educación pública

¿Es Montessori compatible con la educación pública?

¿Cuáles son las características que definen un aula Montessori? Si tuviéramos la oportunidad de observar lo que sucede en este tipo de ambientes, al inicio nos quedaríamos desconcertados/as, puesto que parece no haber ningún orden o rutina concreta en cuanto a lo que nos es familiar.

En estos espacios que parecen pequeñas casas para niños/as, con acceso al exterior, acceso al agua e incluso a comida y utensilios de cocina o jardinería,  vemos a los alumnos comportarse de otra manera. Con una madurez y autonomía más temprana se comenta. Sentados individualmente o en pequeños grupos haciendo distintas tareas de distintas áreas de trabajo o simplemente regando las plantas o limpiando, nada que ver uno con el otro. Cada uno sabe lo que tiene que hacer esa semana y mientras prosiguen con sus responsabilidades las maestras van intercalando presentaciones de diversos contenidos asegurando siempre el equilibrio y el cumplimiento de los objetivos según la edad. Es un ambiente inteligentemente diseñado con unos límites de convivencia muy claros, donde el objetivo es permitir que el aprendizaje se desarrolle libremente, en comunidad y sobre todo con amor y respeto hacia todo y hacia todos. 

Nos llamaría la atención la mezcla de edades en cada grupo y de que también se incluyen dos adultos como educadores, acompañantes, conocidos montessorianamente hablando como “guías” no maestros. Puesto que en este modelo educativo, que es también una filosofía de vida, el maestro no inculca sino que ayuda al ser a desarrollarse, a guiar sus poderes y potencialidades que cada uno lleva dentro. Es una tarea que indiscutiblemente solo podrá realizar una persona trabajada emocionalmente y consciente de su importante presencia e influencia. 

María Montessori médica y educadora italiana, vio claramente que a los niños les conviene estar mezclados en edades puesto que los ritmos de aprendizaje nunca son homogéneos. La posibilidad de que el pequeño que demuestra más ingenio en las matemáticas por ejemplo, pueda seguir avanzando sin límite trabajando e incluso ayudando a algunos más mayores… O lo contrario, que los mayores tengan que desarrollar la paciencia y la empatía con los menores. En definitiva, se vuelve un entramado de relaciones y vínculos mucho más rico e interesante. Por supuesto, también beneficia a los niños y sobre todo a las familias tener el mismo tutor durante tres años consecutivos. Habrá un mejor seguimiento, apoyo y conexión entre los dos mundos  que son los pilares de la vida del niño/a. 

Soy pedagoga especializada en el método Montessori y ciertamente me invade desde siempre toda la impotencia y frustración del mundo al ver que este sistema educativo que tanto aprecio y defiendo está reservado solamente a familias con un cierto poder adquisitivo. La educación (igual que el juego) es un derecho fundamental para la vida humana desde hace unos años. Estamos en pleno siglo XXI y no veo correlación entre lo que la neurociencia conoce y lo que se aplica. 

 Sí es cierto que por suerte ya existen muchísimos centros con equipos directivos y docentes conscientes acerca las necesidades de los niños y cómo responder mejor ante sus demandas. Aunque pienso que aunque si se disponga de tecnología (hoy parece ser lo más importante. Aunque discutible), la calidad de la interacción, el intercambio, la repartición de los tiempos y todo el sistema de calificaciones en general no ayuda al desarrollo humano ni social. 

Con cinco años de formación, aplicando cambios colaterales sería posible hacer esta revolución. Que nos convertiría en personas más conocedoras de nuestros talentos con una autoestima mucho más alta y una seguridad ante la vida implacable. 

 

 

 

 

 

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