La epistemología de la palabra educar tiene el origen en su raíz “ducere” que es “guiar o conducir” en el conocimiento. Significa dar al que aprende los medios para abrirse al mundo y encauzarlo hacia el pleno desarrollo de sus potencialidades humanas. Así pues, participar activamente en la vida en comunidad es parte de la pedagogía activa. Es el afán de superación y no el afán de superioridad el que trabajamos partiendo del respeto absoluto hacia el niño. Siempre tejiendo una red de colaboración, participación y amor en un ambiente de respeto y exploración.
Tomando pues este punto de partida, en la pedagogía activa el maestro pasa a llamarse guía. Son el trabajo de la humildad, junto con el desarrollo del poder de la observación, el autocontrol y la confianza el inicio de nuestra senda espiritual de la que ya hablaba el pedagogo suizo Pestalozzi. Entendemos que para que un aprendizaje sea significativo ellos/as han de ser los protagonistas en su día a día sintiéndose capaces, reconocidos y con poder de decisión dentro de unos límites de convivencia.
No somos nosotros quienes educamos, mejor dicho les ayudamos a “sacar de” sí mismos el valor y la confianza para dirigirse a lo que más les interesa, introduciéndoles el modus operandi del material. Ofrecemos la posibilidad de crear o combinar conocimientos de distintas áreas, entre muchas otras cosas.
Nuestra prioridad es la salud del niño y de toda la comunidad. El cuidado del ambiente y el fortalecimiento de unas relaciones y vínculos que servirán como entreno para asegurar: un autoestima, una confianza y el aprendizaje de las funciones ejecutivas que son organizar, planificar, prever, juzgar, imaginar y escoger estrategias. Eso es pedagogía activa.
Son muchos ya (del presente y del pasado) los/las que creemos fervientemente que la primera piedra a cambiar en la senda hacia la evolución humana (y planetaria) es el derecho y el cumplimiento de esta educación con todos sus requisitos. No es casualidad que solo el bolsillo lleno llegue a poder permitirse este lujo. Aprovecho para recomendar el documental “La educación Prohibida” y “Un crimen llamado educación”.
En el espíritu de pensadores, psicólogos y reformadores de distintas épocas ha habido la característica compartida de luchar por destruir la escuela y el modelo escolar prusiano (escuela tradicional) por una pedagogía activa y respetuosa. Jean Jacques Rousseau, Johann Pestalozzi, Vittorino da Feltre, Comenio, Dewey, Hook, Helen Parkhust, Carleton Washburn, Declory, Regio Emilia, Rudolf Steiner, Francesc Ferrer i Guardia, Kilpatrick, Gardner, Goleman, Angeline Stoll Lillard….entre muchos más demuestran esta verdad innegable.
Personalmente son los recursos de María Montessori junto con las herramientas de la Disciplina Positiva los que me acompañan en mi camino.

MARIA MONTESSORI (1870 – 1952)
Fue la primera mujer en obtener el grado de medicina en Italia (especializada en neurología). Además pedagoga, escritora, estudió antropología, psicología y filosofía. Entregó su vida a defender los derechos de los niños para demostrar la verdad acerca los efectos positivos para la salud de la pedagogía activa.
Re – evolucio – visionaria. Fue una luchadora, pacificadora e inquieta personalidad criticada y muy reconocida en ciudades de todo el mundo en vida y sin internet. Creó un método educativo y una disposición del ambiente única pero sobretodo un gigantesco índice de materiales sensoriales, actividades de la vida práctica, historias, experimentos y dinámicas educativas en conexión con los conocimientos básicos de la cultura en cada área de desarrollo. Todo ello hace que estas aulas sean un mundo de tesoros para los niños.
Su espíritu científico la llevó a mirar al niño como si de un alienígena se tratara. Esperando, observando, contando, midiendo y viendo de que manera el adulto tiene que intervenir en el acompañamiento del niño/a. Que etapas tiene y cómo funciona su mente, cómo se desarrolla su psicomotricidad, ¿qué es lo que necesitan? Se preguntaba. Entre muchos saberes heredados de su trabajo son el uso de las manos, las experiencias significativas, la interacción con el entorno, la eliminación del estrés para un buen aprendizaje… Entre muchas otras más, conclusiones a las que ella llegó y hoy la neurociencia ya respalda.
ALFRED ADLER (1870 – 1937)
El origen de la DISCIPLINA POSITIVA
Psiquiatra austríaco y fundador de la escuela de psicología individual dio mucha importancia al componente emocional del desarrollo, así como a la importancia del trabajo en comunidad para la salud mental. Nos habló de cómo el comportamiento y las reacciones de cada ser humano tienen mucho que ver con el sentido de comunidad y su sentido de pertenencia a un grupo. Como sabemos todos/as sin excepción, somos merecedores de dignidad y respeto. Este debe ser el rol del adulto hacia el niño. Trabajar por un desarrollo saludable y equilibrado utilizando el poder del estímulo, del diálogo y del movimiento. Rudolf Dreikurs fue su más fiel discípulo y desarrolló trabajos de psicología adleriana llevándolos a la práctica.
La disciplina positiva está siendo ampliada por Jane Nelsen y Lynn Lott. Ellas comenzaron a realizar talleres y a publicar libros entorno a una educación amorosa. El proyecto ACCEPT (Conceptos Adlerianos de Consultoría para alentar a Padres y Maestros) encabezado por Jane Nelsen fue un éxito y de allí nació el primer libro de “Disciplina Positiva”. Es ya un pilar de la pedagogía activa.
La Disciplina Positiva es enseñada y difundida entre los padres, familias y escuelas a través de las y los Educadores de Disciplina Positiva Certificados por la Asociación de Disciplina Positiva de Estados Unidos.
Que ellos crezcan y aprendan con ilusión y motivación por la vida, consciencia por el planeta que habitamos. Es responsabilidad de todos.